Arnau Font quiere ofrecer a sus hijos su mejor Navidad y que el paje Raimon les consienta todos los juguetes que han pedido con ilusión.
Por eso, organiza una cita con un amigo de un vecino que ofrece juguetes a mitad de precio en una nave industrial a las afueras de la ciudad. Arnau carga con unas cuantas y bajo el árbol de Navidad sus hijos tienen los ojos bien abiertos y emocionados al ver tantos regalos. Pero la muñeca que llora y el coche teledirigido no funcionan. Cuando Arnau vuelve para reclamar, la nave industrial está cerrada con un gran candado y han sacado el rótulo de la entrada. El propietario de la nave de al lado le informa que hace días que la desmontaron y que no encontrará a nadie.
El pasado mes de noviembre, el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo junto con la Oficina Española de Patentes y Marcas presentaron una campaña de sensibilización, para evitar la compra de falsificaciones.
Una falsificación es «una copia no autorizada de un producto original. Tratan de imitar las características, materiales o aspecto de un producto protegido legalmente para aprovecharse del nombre de la reputación del original». Generalmente los consumidores se ven atraídos por este tipo de productos porque son más baratos y no les importa que la calidad sea inferior frente al producto auténtico.
Pero en realidad el consumo de productos falsificados supone una pérdida del derecho a reclamar para el consumidor, se promueve el surgimiento de una economía sumergida, una fuerte amenaza para el desarrollo e innovación de las empresas y perjudica al comercio local destruyendo puestos de trabajo.
A raíz del COVID-19, han aumentado las compras on-line en detrimento de la venta al por menor, favoreciendo el comercio de productos falsificados. Éstos no son únicamente ropa y perfumes, sino que cada vez más son productos que pueden afectar gravemente a la salud, como fármacos, que supuestamente tratan enfermedades graves, así como kits de pruebas y productos relacionados con la pandemia.
Muchas veces se consumen productos falsificados por ignorancia, pero hay otros muchos consumidores que son plenamente conscientes y sólo lo hacen para ahorrarse un dinero. ¿Pero compensa entrar en este juego? Realmente NO.
Penedès Econòmic – Diciembre 2021